Mi padre, esperando su almuerzo |
Comer: un gran placer para los seres humanos .Toda ciudad tiene sus “picadas secretas” .Me gustan los lugares sencillos, en donde te sientas a gusto, casi en familia.
Mi picada secreta: es una casa, no un restaurante, luego uno pasa al comedor, a los pies de las ventanas hay trozos de apio a modo de plantas y afuera hay un gran parrón, los canarios cantan y el color verde reina allí.
Sus comensales son secretarias, maestros, mecánicos, taxistas, vendedoras, profesores del sector: además de vecinos y uno que otro comensal que llega dateado.
El pedido lo toma don Juanito, nos ofrece de aperitivo un “cochayuyo” (vino) .Aquí no hay bebidas, solo jugo en jarro y si el cliente quiere bebida puede traerla.
Toda picada que se precie de tal debe cumplir con la regla de las tres B: Bueno, bonito y barato (y las cumple).Tienen comida casera realmente exquisita y abundante: Pantrucas, cazuela, arroz, porotos con riendas, etc.No puedo dejar de mencionar que el pebre es una delicia.
Su diferencia frente a otra picada es que, por el mismo dinero uno puede repetirse el plato cuantas veces sea capaz de soportar su estómago.También le pueden armar un menú a gusto del cliente.
No les puedo decir donde queda, es un secreto a pocos revelado